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Entre todos lo mataron,,,y el solo se murió ll

miércoles 8 de diciembre de 2010

LAS GANADERIAS DE LIDIA, EN PELIGRO DE EXTINCION


“Las ganaderías de nuestras sierras, en peligro”
Por SANCHO DÁVILA IRIARTE
Ingeniero Agrónomo y Ganadero
Desde siempre en nuestros campos de dehesas, hemos contemplado con regusto las ganaderías bovinas de nuestros montes. Se observan a las vacas y toros en libertad, en nuestros campos de Sierra Morena, como si pertenecieran a ella, integrados de pleno en su ambiente. Las vacas y becerros te miran con gesto de extrañeza y huyen después, corriendo y alejándose de la proximidad del hombre. Van a disfrutar sus grandes espacios de terrenos, sus umbrías, sus montes de lentiscos y enebros, ramonean el chaparro y consumen las bellotas de sus encinas y alcornoques.
 
  El ultimo semental de Trifino Vegas
Es una ganadería de más intensidad ecológica, es la ganadería de la trashumancia de antaño, es nuestra ganadería, muy alejada de la concentración de animales de las ganaderías estabuladas o semiestabuladas de la Comunidad Europea. Pues bien, es claro que los ganaderos de las Ganaderías Extensivas españolas, son los primeros interesados en erradicar cualquier enfermedad que pueda afectar a sus rebaños, tanto más en el caso de las ganaderías de bravo en cuanto que la condición física del animal es esencial al objeto de que puedan soportar el esfuerzo que su destino para la lidia exige.
Por eso, desde antiguo, los ganaderos se han preocupado de mantener a sus ganaderías de sierra, en condiciones sanitarias óptimas, realizando importantes inversiones al efecto y consiguiendo prácticamente erradicar, entre otras muchas enfermedades tan relevantes, como la Brucelosis, la Leucosis y la Perineumonía Bovina. Las ganaderías de lidia tampoco han tenido un solo caso de Encefatolopatía Esponjiforme Bovina o “ vacas locas “.
Ahora bien, el caso de la tuberculosis, como es lógico, no constituye una excepción en nuestros ganados de dehesas, y desde el comienzo, hace ya casi 20 años, los ganaderos se han preocupado de realizar todas las pruebas necesarias, impuestas por la Administración, para erradicar la enfermedad, sacrificando a miles de cabezas de ganado, con importantes gastos sanitarios y de todo orden, sin contar con las bajas y accidentes que se producen en los saneamientos, que superan en costes los problemas de la propia tuberculosis, al operar sobre animales de difícil manejo.
Sin embargo, pese a los programas aplicados y al tiempo transcurrido desde su implantación, es lo cierto que la tuberculosis no ha podido ser erradicada en una gran parte de las ganaderías españolas por una razón fundamental: porque la fuente de contagio no está en la propia ganadería, sino que son otros animales salvajes, muchos de ellos especies protegidas, los que transmiten la enfermedad al ganado. Por esta razón, si bien los programas europeos de erradicación han surtido efectos en otros Estados de la Comunidad Europea, donde el ganado está estabulado o convive en pequeños espacios de fácil control, separado de animales salvajes, en el caso de España estos mismos programas han fracasado, por las características propias de las explotaciones ganaderas de nuestro país, ubicadas en grandes extensiones de terreno y en permanente contacto con otras especies salvajes. En resumen, nuestras Ganaderías Extensivas de Sierra Morena, de la Sierra Norte de Sevilla, de la Sierra de Ronda y de la de Aracena….. no están ni pueden estar aisladas de la fauna silvestre de nuestros montes y dehesas.
En mi opinión, esta inoperancia de los programas europeos de erradicación, se debe a razones lógicas pero fundamentales de entender y explicar:
En primer lugar: porque esta demostrado, y reconocido incluso por algunas Administraciones Públicas (por ejemplo, por la Junta de Andalucía) que las pruebas utilizadas para detectar la enfermedad en animales vivos, como son: la tuberculina y el gamma interferón no son concluyentes, pues producen falsos positivos a la tuberculosis (por ejemplo, en el caso de paratuberculosis en el ganado vacuno) e incluso falsos negativos, motivados por la reincidencia en la practica de las pruebas analíticas.
En segundo lugar: porque aún cuando se demostrara que las prueba analíticas son fiables –lo que aquí admitimos a efectos puramente dialécticos, pues no es así-, aún en este caso la erradicación de la tuberculosis en las ganaderías extensivas es imposible, puesto que la fuente del contagio no es interna, sino externa a la ganadería, toda vez que son otros animales salvajes tuberculosos ajenos al rebaño, los que contagian al ganado limpio.
Es así que la erradicación de la tuberculosis en determinadas zonas de España, fundamentalmente las situadas en Sierra Morena o en parajes próximos a los parques naturales donde habitan especies de caza y otros animales salvajes, algunos protegidos, es y será imposible. Son muchos los animales tuberculosos que contagian al ganado. No solo los ciervos, jabalíes, muflones o gamos, sino también los cerdos, palomas, perros, gatos, zorros, ratas, liebres, linces, nutrias, hurones, ardillas, topos, tejones y otras especies singularmente protegidas por las Administraciones Públicas.
Ello hace que un rebaño, hoy libre de tuberculosis, mañana estará infectado por contagio de esos animales, pues el foco de contagio no es interno al rebaño, ya saneado, sino externo al mismo, lo que imposibilita la erradicación de la enfermedad,. Todo ello determina que un animal sano de tuberculosis, pueda infectarse por contagio externo al día siguiente.
La demostración mayor es que después de 16 años sacrificando miles de animales, la enfermedad no se ha erradicado en las zonas dichas. El tratamiento ha sido un fracaso, como fracasará, en mi opinión, el Plan Extraordinario de Erradicación que se está intentando poner en marcha. Aún saneada tres veces y limpia una ganadería, al poco tiempo, repetimos, por contagio de los animales salvajes portadores de la enfermedad, volverá a estar afectada de tuberculosis. Es así que ganaderías calificadas y limpias durante unos años, vuelven a tener positivos en otros.
Pero no nos asustemos, ni creemos un gran drama. Estamos hablando de una enfermedad que no supone un problema para nuestra Sociedad, cuya no transmisión al hombre, está garantizada por los controles sanitarios que existen en los productos de origen animal, y también por su baja incidencia real en animales, ya que no presentan lesiones tuberculosas en los mataderos, la mayoría de los animales considerados positivos en el campo. 
La alarma de verdad, es para los ganaderos que vemos peligrar actualmente el número de Ganaderías Extensivas y su viabilidad.
 La solución, afirmo, no se va a encontrar en la aplicación de métodos alternativos para detectar la tuberculosis, como el Gamma-Interferón, pues además de que sus resultados no son fiables al dar falsos positivos, el rebaño limpio volverá a padecer la enfermedad tan pronto entre en contacto con animales salvajes que la padezcan. El único resultado será el sacrificio de muchos de ellos, sanos, con pérdida de líneas genéticas importantísimas en las ganaderías y con un deterioro económico permanente.
Tenemos todos, Técnicos Veterinarios, Ganaderos, y Administración, unidos, declarar y convencernos que las Normas emanadas de la Comunidad Europea, pensadas para rebaños normalmente pequeños, en régimen de estabulación, no se pueden aplicar en zonas como las que estamos contemplando en este artículo. Entre otras cosas lo impide la naturaleza de determinado ganado, de difícil manejo, que se convierte en imposible si se obliga a sanear dos veces al año y en ocasiones tres, sin que ello solucione el problema, como ha sucedido en los últimos 16 años, al volverse a contagiar el ganado sano a través del contagio con otras especies.
Por otra parte nuestra legislación sanitaria, por su flexibilidad, admite que puedan encontrase soluciones al problema. Así, la Ley 8/2003, de 24 de abril de Sanidad Animal, señala que “la autoridad competente podrá establecer determinadas excepciones al sacrificio obligatorio de los animales sospechosos, enfermos, o que corran riesgo de ser afectados para la preservación de recursos genéticos en peligro de extinción, siempre que se mantengan las adecuadas medidas sanitarias”.
Por su parte el Real Decreto 1939/2004, de 27 de septiembre, por el que se regula la calificación sanitaria de las ganaderías de reses de lidia y el movimiento de los animales pertenecientes a éstas, dice en su preámbulo que “Las ganaderías de reses de lidia presentan características singulares que las diferencian claramente del resto de explotaciones de ganado bovino, especialmente por la dificultad para el manejo que entrañan sus animales y la necesidad de una actuación y cuidados que, sin merma de la necesaria atención sanitaria, eviten daños a los animales que pudieran disminuir su aptitud para la lidia, deteriorar su aspecto externo o modificar su comportamiento.”
Pues sí, algunos países de la UE, conscientes del daño económico que producen a los distintos sectores productores de bovino y con mucha mayor incidencia de la enfermedad en personas, diseñan en lugar de programas de erradicación intensivos, programas de control sostenibles de la tuberculosis bovina con medidas menos severas y decisiones de sacrificio más meditadas, mientras hacen esfuerzos en mejorar el conocimiento epidemiológico de la enfermedad y buscan soluciones definitivas (investigan vacuna para bovinos y fauna silvestre).
 Finca de Dª Dolores  Aguirre donde pastan los Atanasios y Condesos

 
 En España, nosotros por nuestra parte deberíamos y podríamos establecer un régimen especial para las ganaderías ubicadas en zonas donde conviven los rebaños con animales silvestres, en las que se le permita únicamente vender para muerte en todo caso; y para vida solo aquellos animales que hayan sido saneados previamente y aislados del resto tras su saneamiento. 

* Se debe admitir, también, un margen de tolerancia, de tal manera que un rebaño sea clasificado como limpio, siempre que el 95,% de sus animales tengan ésta condición. Los animales enfermos, propugnamos lógicamente, que deberán ser sacrificados, y al sacrificar los animales enfermos, que ésta ganadería no pierda o mantenga de calificación sanitaria.
*Asimismo, se debe regular para que sólo se realice un solo saneamiento anual, aplicando con flexibilidad la normativa, aminorando las pérdidas que se derivan de tales prácticas principalmente en las ganaderías de bravo, por el elevado número de accidentes, abortos, abandono de terneros por sus madres, etc.,Los costes que se le producen al ganadero en las operaciones de saneamiento superan los que se producen en una ganadería extensiva por cualquiera de las enfermedades anteriormente mencionadas.

*Permitir, en el caso de las ganaderías de bravo, que puedan trasladarse toros a cualquier Comunidad, siempre que el destino de los mismos sea el sacrificio bien a mataderos, o plazas de toros, y decomisando las carnes no aptas para su comercialización, tal como se hace actualmente en cualquier matadero, para otros tipos de ganaderías.

*Admitir que se mantenga la estructura de cada explotación, permitiendo un sacrificio ordenado de los animales positivos, estudiando realmente si ese positivo es cierto y está contrastado, permitiéndole en todo caso que el ganadero pueda mantener su estructura, garantizando la rentabilidad de la explotación y evitando la desaparición de las mismas, con pérdidas de líneas genéticas básicas. De tal forma que si la exploración tiene una determinada capacidad, se le permitiría un sacrificio ordenado de animales, evitando que el sacrificio inmediato de un gran número de ellas reduzca el número de animales, hasta el punto de poner en peligro la viabilidad de la explotación y permitiendo en tal caso, que los animales sacrificados puedan ser sustituidos por animales sanos procedentes de otras ganaderías.
Considero es urgente encontrar una solución, pues peligra la Ganadería Extensiva, de nuestras Sierras, habiendo disminuido considerablemente el número de estas explotaciones, con perdidas de líneas genéticas, cuando además, está contrastado por todos los técnicos que son las Ganaderías Extensivas las que permiten el mantenimiento ecológico de nuestra dehesa y monte mediterráneo, las que propician más puestos de trabajo fijos y eventuales, y las que aportan una mejora de la economía a los pueblos de su entorno. Esto es bien conocido y aceptado, por Técnicos y Políticos, a los que yo les he manifestado las preocupaciones que en éste artículo expongo.

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