La remolacha por las hojas
Esto es lo que hace el publico sevillano desde hace muchos años, tirar en silencio de las hojas mientras la remolacha continua agarrada al suelo mas que nunca.
Las hojas de los silencios ante toreros que no aportaban al toreo más que chovinismo, ombligismos y todos los defectos de lidia y calidad de toros, habidos y por haber.
Las hojas de los silencios ante toreros protegidos por baratos, mientras los valientes y necesarios eran ninguneados escandalosamente.
Las hojas de los toros sin casta brava en las venas, a cambio de momentos “inmarcesibles”, (que dirían los floripòndicos y pelotilleros cronistas locales). O bien las hojas de los toros imposibles de las ganaderías amigas de la casa.
SILENCIO PASA LA HISTORIA y es de mala educación protestar mientras te roban.
Comentario a la foto: Este grupo de clientes fueron apoyados por una mayoría, pero recriminados por algún rancio que opinaba que era “demasiado obvio” el pañuelo verde, que con un poco de silencio y algunos pañuelos blancos, el presidente ya comprendería.
Personalmente opino que hay que sacar el verde, pero para pedir la vuelta a los corrales del presidente a ver si comprende bien lo que acepta para Sevilla.
La elegancia en el toreo a caballo.
Es un arte muy difícil porque son tres seres vivos a tener en cuenta, pero la claridad en el control de la única cabeza pensante, es imprescindible para que exista la elegancia y el saber estar que demanda la dirección de mas de uno.
No se puede jinetear “a la desesperada”, no es un “a vida o muerte”, porque los únicos que mueren, o pueden morir, son los dos seres más inferiores. No deben los periodistas aduladores y genuflexos, hablar del “toreo valiente” de un jinete, cuando el único valiente es el caballo por obligación y el toro por condición.
No podemos silenciar y aún dar por bueno el atropello del caballo por el toro. No se puede premiar el éxito arrancado a mordiscos, porque de mordiscos ya tenemos la vida llena.
Elegancia por favor, elegancia.
Sale el toro de los chiqueros y sale sin saber embestir, sale el torero al ruedo y el tiempo de triunfo debe de ser inmediato, pero ni el toro, ni el público saben que tienen que aprender a embestir y esperar.
Como vemos prácticamente todas las tardes, en que los toreros ya de salida quieren empezar toreando sin darle tiempo al toro a enterarse de cual es su función. Ya de entrada bajarle las manos para parar al toro obligándolo a que humille y se frene, pero la respuesta del animal no puede ser otra que un brinco descontrolado, una caída, o un salir asustado del mantazo, porque aunque no lo parezca los toros también se asustan.
Hoy tenemos el ejemplo positivo de Morante, que es casi el único, siendo el mejor capotero como es, que se plantee parar el toro con un arco de capote lo mas largo posible, para que el burel se vaya dando cuenta y encelando un poco. La rodilla genuflexa los brazos estirados ocupando el mayor espacio de plaza posible y acompañando al toro todo lo mas que pueda.
José Antonio Morante, créanme ustedes, tiene todos los ases de la baraja del toreo en las manos.
Sevilla 4/4/2010
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