El televisor de la abuela y los carteles de toros.

No me resisto a contar esta pequeña historieta  que  viene muy bien para  enjuiciar los carteles de toros de un solo tirón, nos ahorrarmos nombres concretos, todo hay que decirlo, enfrentamientos personales, y meternos en más profundidades que pueden ser peligrosas.

A principios de los 60, mi padre le regaló  a mi abuela  un televisor Grundig, enorme de grande y precioso por fuera, vamos un cartel de toros. Pues bien, el maldito chisme no funcionaba redondo ni a tiros. No digo  que no funcionase, sino que no funcionaba  bien prácticamente nunca, y que cuando ocurria  era un puro milagro. Toda clase de expertos de aquellos años pasaron sus manos por las tripas del invento, ninguno dio jamás con las teclas, pero si dejaron sus huellas en el interior del mismo. Era una maravilla para mí ver la cara exterior de la placa electrónica del chisme, con tantas cositas de colores  interesantes, sus lamparitas luciendo y a primera vista todo un primor.

Pues bien, ya tenemos la cara A de los carteles de toros, donde todo parece prístino y bien encajado.

La sorpresa llegaba cuando volteábamos la placa y la mirábamos por detrás. Una gran  cantidad de cables  cruzados de un punto indefinido a otro, de mordeduras y soldaduras  a sopletazos, todo un conglomerado de añadidos y colgantes y en resumen una autentica chapuza continuada, en la que los expertos habían dejado su huella personal para conseguir una reparación de urgencia que jamás duraba mas de una feria.

Y ahora ya estamos en la cara B  o  parte de atrás de los carteles.

Amigos de mis amigos, toreros de la cuadra  de mis amigos, toros de mis amigos ganaderos, cables cruzados de yo te pongo a este, te quito aquel, y tú me pones este. Trafico de carne humana, en mas de una ocasión, por los toros que les obligan a los toreros pobres.

Todo esto  traducido, en  un continuo escamotear de toros íntegros,  y de toreros con meritos suficientes, pero rechazados  por un sistema  de intereses particulares.

Sobre todo lo anterior planea el silencio de unos informantes que nos escamotean una realidad que conocen perfectamente, pero callan por temor a ser expulsados del paraíso.

Y miren por donde, y sin querer, nos ha salido el motivo verdadero de la ruina del toreo.

Llaman a la puerta….

Paco Diaz