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7
MAYO
                 

 

Tarde soleada y lleno casi total.

Novillos de Torrealta de presencia magnífica y comportamiento para el toreo excelente, dos novillos buenos y cuatro muy buenos.

El Cordobés, silencio y algunos pitos, silencio
Cayetano, ovación y ovación
Soto Oliva, ovación y oreja




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Julio Benítez

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Cayetano


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Oliva Soto

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Expectación por ver de nuevo a Cayetano, y por que no, curiosidad por ver también al hijo del mítico Cordobés, y con ellos un chaval cercano de Sevilla (Camas) con pocas novilladas y experiencia pero que cumplió sobradamente.

Cayetano no cortó trofeos porque fue defectuosa la primera estocada, y a la segunda intentona en el segundo novillo –véase fotos- se llevo por supuesto dos grandes ovaciones. Deja pues el caché intacto y con grandes expectativas.

¿Qué tiene Cayetano que no tengan otros, o mejor dicho que nos ofrece de nuevo en el panorama del toreo actual?

En primer lugar un empaque y unas formas andando delante de los novillos que para si quisieran muchas figuras, un ritmo, “un tempo”, en la puesta en escena de las faenas absolutamente impecable.

Tiene, y eso se nota también, asumida la responsabilidad de querer ser alguien importantísimo en el toreo.

Técnicamente: Todavía es un capotero mediocre que mira más de si mismo que del novillo, esto le hace dar algunos buenos lances, pero la lidia se estropea un poco.

Como muletero es excepcional y como el toreo de hoy se basa fundamentalmente en la muleta, por ese lado está ya cubierto.

Matando está por encima de la media de los novilleros que alternan con el, y como los novilleros lógicamente aprenden a matar con el tiempo, si no le falla el corazón puede ser un matador de primera.

Tiene por lo tanto la oportunidad de ganar dinero y fama, yendo al mismo tiempo con corridas fáciles y arropado por los medios de comunicación en general, prensa rosa y no rosa.

Ahora bien donde tenga puesto el listón solo lo sabe el, pero puede ser un torero importantísimo.

Julio Benítez, el hijo del histórico Manuel Benítez “el Cordobés”.

Estuvo mal y Sevilla fue misericordioso con el en recuerdo de su padre que hoy estaba en la plaza.

No sabe torear con el capote que es más difícil y tampoco con la muleta en la que tiene un estilo impreciso que yo no sabría calificar.

Solo lo he visto esta vez, pero los dos novillos que le tocaron en suerte eran de ensueño y este tipo de ganado es el que descubre verdaderamente las carencias.

Desperdició dos novillos de auténtico lujo. Su primer novillo fue aplaudido en el arrastre y el escuchó entre el silencio algunos pitos sueltos. En el segundo novillo, aun mejor que el primero, también decepcionó y si embargo no se aplaudió apenas al novillo que era de vuelta al ruedo y para el torero silencio absoluto.

Sevilla no quiso “hacer sangre” en presencia de su padre al cual se le quiere y respeta.

Alfonso Soto Oliva, viene de familia de toreros (la muerte de su tío Ramón Soto Vargas en esta misma plaza la tenemos gravada, fresca aun en el alma, todos los aficionados de Sevilla.)

Pero todo se renueva en el teatro auténtico de la vida que es el toreo y Alfonso nos puso dulce el recuerdo y el paladar.

Torea con el capote con un estilo un poco encorvado y echado para adelante, que es muy clásico y que personalmente a mi me encanta, tiene en ese echar los hombros para abajo un tono humilde y sentido, que ya digo me pone contento y triste que es como hay que estar en los toros.

Con la muleta, pureza, arte y sentimiento, vimos un cambio de manos con todo el aroma del mundo.

Al primero lo pinchó incontables veces pero era faena de oreja y al segundo lo mató mal pero a la primera y cortó una merecida oreja.

A la salida de la plaza muy buenas vibraciones entre el publico con este torero, la ilusión reverdece cuando “las cositas se hacen bien y gustan”.