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Sevilla.
Viernes, 28 de marzo de 2008.
Novillada. 1er festejo de la Feria de Abril. Dos tercios de plaza.
Seis novillos de El Serrano (3º y 4º devueltos por flojos,
siendo éste último reemplazado por uno de Macandro),
noblones, descastados y mansos en distinto grado, destacando por
su mejor juego el 5º, para Antonio Nazaré (Ovación
y saludos y Silencio), Oliva Soto (Silencio y Ovación tras
aviso) y Juan Luis Rodríguez, nuevo en esta plaza (Silencio
tras aviso y Ovación y saludos). |
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BAJO
LA PIEL
Bajo la piel de una corrida circulan y tiritan muchas cosas, vibraciones,
aspectos, sospechas y esperanzas que dejan la puerta abierta a
las premoniciones. Este primer festejo de Feria ha sido rico en
materia de especulación. Por ejemplo, se puede sospechar
que bajo la nobleza prematuramente aburrida de embestir de los
astados de El Serrano se agazape una preocupante mansedumbre.
Su sosería ha pesado como una losa sobre las ilusiones
de la terna. Sólo el quinto de turno, haciendo honor a
su nombre, salió “aprobado” de la prueba maestrante.
Tuvo más alegría y mayor recorrido en sus embestidas,
aunque también se encontró con el novillero que,
toreándolo a media altura, menos exigió de su casta.
Puede uno cavilar también que en Nazaré hay un deficiente
capotero y un muletero firme y poderoso, con cierto sentido del
temple y abanderado del verbo ligar. Obliga a las reses, pues
torea con la mano muy baja y en ocasiones apunta un cante que
puede llegar a cotizarse caro. Sus novillos de hoy no le dieron
mayor opción. Habrá que esperar a mejores circunstancias.
Más difuso y vaporoso, por teñir sus maneras con
el tierno verdor de la bisoñez, se percibe lo que esconde
la epidermis de Juan Luis Rodríguez, mas, sin embargo,
los escasos detalles que le pudimos ver frente al peor lote del
encierro, calaron más hondo que ninguno en quien esto escribe.
Su aplomo, su manera de asentar las zapatillas, su exquisito sentido
del temple, la sinceridad de su seca apostura, su ausencia de
alharacas y su buen gusto torero, dejan en mi memoria firmes ganas
de volverlo a ver. Le faltan muchas cosas, pero tiene otras, de
las que no se aprenden, que pueden dar sus frutos a no muy largo
plazo. Tiempo al tiempo.
También de Oliva Soto se dejan entrever un barullo de luces
y sombras bajo la fachada de un novillero que firmaba su última
actuación como tal en la plaza que le verá en el
Corpus tomar la alternativa. Sombras de agarrotamiento y chispazos
de arte. Trasluce en su arrebato el trabajo que le cuesta estar
delante de los novillos, a la vez que, cuando se reposa, una sensibilidad
especial para codearse con el duende. Su faena al quinto de la
tarde mereció ser premiada con oreja si el fallo con el
verduguillo no hubiese acaecido, pero debió conformarse
con la ovación que le dedicó el respetable.
Bajo la piel de la Fiesta latieron esta tarde cuatro incógnitas,
veremos cómo la historia las despeja.
Santi Ortiz
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