Sevilla 30 tarde
Los Miuras son toros impresionantes por su tamaño, fuerza, y cornamenta, pero es en su comportamiento donde recuerdan como debieron ser los toros primitivos.
No tienen todavía el carácter “dulcificado” para hacer el toreo moderno, tienen un genio salvaje y una capacidad de adaptarse y aprender que los hace terriblemente peligrosos.
Hoy venían como siempre los Miuras a vender cara la piel de toro, pero se encontraron con toreros que también venían dispuestos a vencer o morir, y no es una frase hecha esta de -vencer o morir- sino una realidad que nos ha dejado a los aficionados al toreo una impresión que se agigantara como todas las buenas leyendas con el paso de los años.
Hay que reconocer que fue Javier Valverde el primero que declaró su desacuerdo a que esta corrida se convirtiera en la Miurada de siempre, no se quedaron atrás sus otros compañeros y la tarde la hicieron inolvidable.
Valverde empezó toreando fino y bien con el capote, -es torero elegante- pero los Miuras no aceptan elegancias, se le coló el toro buscando el bulto cuando toreaba por tafalleras y vino el primer percance de infarto de la tarde. Le plantó entonces cara al toro con la muleta de poder a poder y se entregó finalmente en la estocada, segunda cogida que le produce un cornada “envainada” y de nuevo pánico en los tendidos.
De su propio pie pasea una dificilísima y triunfal oreja y se retira después a la enfermería para no salir.
En el Fundi es increíble el pundonor, el amor propio, y valor de un torero ya veterano en estas luchas. El mundo del toro le debe un reconocimiento aun más claro y contundente a su valía y trayectoria profesional.
Se fue a chiqueros a buscar su oreja y la consiguió a sangre y fuego, no le dio cuartel al Miura, lo mató arriesgando mucho y resultó enganchado y buscado en el suelo por el toro. Otro momento de electricidad en el tendido. Una oreja de ley.
Juan Padilla otro veterano en esta guerras del miedo, también buscó su triunfo, se fue a chiqueros se libró por los pelos y consiguió dar unos lances vibrantes. Con la muleta le hizo tragar al toro bastantes pases de mérito.
Padilla se fue detrás de la espada en un “esta no se me va como sea” y también cortó su oreja al mérito torero.
Tres orejas en una de Miura no es cosa de todas las tardes, no recuerdo ahora mismo si en la de Robleño y Padilla hace algunos años también se cortaros tres, de todas formas Impresionante.
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