Que comentar, o que decir, que no hayan dicho ya otros más expertos de Enrique Ponce, si acaso reivindicar delante de ese grupo de aficionados “artistas” lo que ya llevo diciendo 15 años, que Ponce es el mejor torero que hay en España, y por favor el no tener que aguantar ese “hoy si, hoy me ha convencido Ponce” y vuelta a empezar hasta el año que viene.
También un poco cansados de las historia de “hay que ver lo inteligente que es” como si todos los inteligentes pudieran ser toreros.
A ver si nos enteramos de una puñetera vez que los fundamentos de la Tauromaquia de Enrique Ponce son: a saber.
Dos huevos como dos melones, una soberbia y un amor propio torero por encima de cualquiera, y un amor-afición por su oficio enormemente grande.
Y es con estas tres herramientas delante del toro, como poco a poco ha ido desarrollando su inteligencia innata.
Estuvo hoy en Sevilla, estuvo sencillamente INMENSO.
Y Sevilla, muy ombligona ella, que nunca le perdonó que triunfara por esos mundos sin su permiso, hoy ha tenido que entregar no la cuchara, sino algo más…