Martes 1 de Abril
Toros de Hrdos. de D. José Cebada Gago
LÓPEZ CHAVES
LUIS VILCHES
CÉSAR GIRÓN



TEMPORADA
2008 SEVILLA

TEMPORADA
2005 SEVILLA

 
FUERA DE ABONO
 



Sevilla. Martes, 1 de abril de 2008. 3ª corrida de toros de feria.
Casi tres cuartos de plaza en tarde soleada y ventosa.
Seis toros de Hros. De D. José Cebada Gago, bien presentados, mansos y de juego desigual.
Pesos: 501, 525, 505, 506, 569 y 510 kilos.

López Chaves (Silencio tras dos avisos y Silencio);
Luis Vilches (Silencio y Ovación y saludos) y
César Girón (Silencio en ambos).

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CRONICA DE SANTI ORTIZ
       

TEORÍA Y PREGUNTAS

Tercera entrega del prólogo torista de esta Feria de Abril y nuevo fiasco ganadero. Manso en los caballos, huyendo de los engaños y sacando dificultades para los toreros, el encierro de “La Zorrera” tampoco ha deparado la emoción y la pólvora que se espera de esta divisa; aunque, hilando más fino, hubiera toros con cierta potabilidad, que, en ocasiones, los toreros no supieron aprovechar. No obstante, la corrida ha dado pocas opciones y tampoco ha roto ningún toro de triunfo.

Señalado ya que la corrida no ha sido buena, hemos de dar paso a la reflexión que me ha producido la actuación de los toreros, a dos de los cuales he visto en una situación anímica preocupante. Me refiero a López Chaves y a Luis Vilches.
Si a un guerrero le quitas la agresividad y las ganas de lucha, se queda sin alma. Y sin alma es muy difícil convencer a nadie de que has venido a pelear y a vencer. Algo de esto le ha ocurrido esta tarde a López Chaves. Cierto que ha tenido un primer enemigo complicado, que nunca humilló y se quedó corto en más de una ocasión; pero también lo es que cuando el diestro se decidió a apretar un poco el acelerador, el toro fue a mejor, como dictan las reglas de esa sabiduría no escrita en que se basa la Tauromaquia. Pero el torero se aburrió pronto y el toro también. Sin embargo, el cuarto le ofreció muchas más posibilidades y tampoco apareció ahí el torero vibrante, esforzado, con garra y ganas de comerse al mundo que ha sido el salmantino en otras ocasiones. Mal ha dejado las cosas en Sevilla y me pregunto lo que puede ocurrirle si en Madrid sigue en la misma tónica.

Dice la teoría que cuando un toro tiene un pitón bueno y otro malo, se debe comenzar a torearle por el bueno porque de esta forma hay posibilidades de que acabe embistiendo bien por los dos. El primer toro de Vilches metía bien la cara por el izquierdo y se acostaba por el otro. Así se lo hizo en el capote y volvió a evidenciarlo en banderillas, cortando mucho por el derecho –por el que casi se lleva por delante al banderillero Manolo Contreras– y yendo franco por el zurdo. Lo lógico es que el utrerano se hubiese echado la muleta a la izquierda a las primeras de cambio y hubiese intentado por ahí construir su faena. Pero no. Se empeñó con la derecha para no conseguir que el toro fuera bien ni él encontrarse a gusto. Y cuando, al final, quiso coger la zurda, el toro ya iba peor que por el otro. También eso lo apunta la teoría. En fin, como las cosas son irreversibles y no podemos volver el tiempo atrás. La pregunta queda en el aire. ¿Había cambiado el toro de un tercio a otro o no se le habían hecho bien las cosas?

Lo del quinto tiene otro color. Un color de nubes negras. Lo siento mucho, pero cuando veo a un torero querer y no poder, creo que él mismo está poniendo techo a su impotencia, lo cual es nefasto para cualquier artista. Fue éste un toro complicado, exigente, para tirar la moneda. Vilches no la tiró. Se puso y se quitó, pegó trallazos lleno de crispaciones y dio una imagen que también me hizo preguntarme por su futuro, pese al cariño con que siempre le trató un público que todavía recuerda sus buenas tardes de antaño.

El más novato de la terna, César Girón, se encontró con un manso de libro para abrir boca y con el toro más potable del encierro para abrochar la tarde. Mostró tranquilidad y cierto sentido del temple. No se afligió ante las dificultades del rajado cárdeno y se quedó para ligar las tandas en el bonancible castaño que cerró corrida. Sólo en la tanda final le recriminaron no dejarle la muleta en la cara para seguir ligando. Lo cierto es que el toro duró poco y que la faena, siendo la única musicada, no acabó de remontar. Está muy nuevo, sus formas son toscas, y deberá pulirlas, y en cierto modo fue el único que, a mi juicio, no devaluó su cartel. ¿Le servirá de algo? He aquí la pregunta final.

Santi Ortiz