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Sevilla. Martes, 1 de abril de 2008. 3ª corrida de toros
de feria.
Casi tres cuartos de plaza en tarde soleada y ventosa.
Seis toros de Hros. De D. José Cebada Gago, bien presentados,
mansos y de juego desigual.
Pesos: 501, 525, 505, 506, 569 y 510 kilos.
López Chaves (Silencio tras dos avisos y Silencio);
Luis Vilches (Silencio y Ovación y saludos) y
César Girón (Silencio en ambos).
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CRONICA DE SANTI ORTIZ |
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TEORÍA Y PREGUNTAS
Tercera entrega del prólogo torista de esta Feria de Abril
y nuevo fiasco ganadero. Manso en los caballos, huyendo de los
engaños y sacando dificultades para los toreros, el encierro
de “La Zorrera” tampoco ha deparado la emoción
y la pólvora que se espera de esta divisa; aunque, hilando
más fino, hubiera toros con cierta potabilidad, que, en
ocasiones, los toreros no supieron aprovechar. No obstante, la
corrida ha dado pocas opciones y tampoco ha roto ningún
toro de triunfo.
Señalado ya que la corrida no ha sido buena, hemos de dar
paso a la reflexión que me ha producido la actuación
de los toreros, a dos de los cuales he visto en una situación
anímica preocupante. Me refiero a López Chaves y
a Luis Vilches.
Si a un guerrero le quitas la agresividad y las ganas de lucha,
se queda sin alma. Y sin alma es muy difícil convencer
a nadie de que has venido a pelear y a vencer. Algo de esto le
ha ocurrido esta tarde a López Chaves. Cierto que ha tenido
un primer enemigo complicado, que nunca humilló y se quedó
corto en más de una ocasión; pero también
lo es que cuando el diestro se decidió a apretar un poco
el acelerador, el toro fue a mejor, como dictan las reglas de
esa sabiduría no escrita en que se basa la Tauromaquia.
Pero el torero se aburrió pronto y el toro también.
Sin embargo, el cuarto le ofreció muchas más posibilidades
y tampoco apareció ahí el torero vibrante, esforzado,
con garra y ganas de comerse al mundo que ha sido el salmantino
en otras ocasiones. Mal ha dejado las cosas en Sevilla y me pregunto
lo que puede ocurrirle si en Madrid sigue en la misma tónica.
Dice la teoría que cuando un toro tiene un pitón
bueno y otro malo, se debe comenzar a torearle por el bueno porque
de esta forma hay posibilidades de que acabe embistiendo bien
por los dos. El primer toro de Vilches metía bien la cara
por el izquierdo y se acostaba por el otro. Así se lo hizo
en el capote y volvió a evidenciarlo en banderillas, cortando
mucho por el derecho –por el que casi se lleva por delante
al banderillero Manolo Contreras– y yendo franco por el
zurdo. Lo lógico es que el utrerano se hubiese echado la
muleta a la izquierda a las primeras de cambio y hubiese intentado
por ahí construir su faena. Pero no. Se empeñó
con la derecha para no conseguir que el toro fuera bien ni él
encontrarse a gusto. Y cuando, al final, quiso coger la zurda,
el toro ya iba peor que por el otro. También eso lo apunta
la teoría. En fin, como las cosas son irreversibles y no
podemos volver el tiempo atrás. La pregunta queda en el
aire. ¿Había cambiado el toro de un tercio a otro
o no se le habían hecho bien las cosas?
Lo del quinto tiene otro color. Un color de nubes negras. Lo siento
mucho, pero cuando veo a un torero querer y no poder, creo que
él mismo está poniendo techo a su impotencia, lo
cual es nefasto para cualquier artista. Fue éste un toro
complicado, exigente, para tirar la moneda. Vilches no la tiró.
Se puso y se quitó, pegó trallazos lleno de crispaciones
y dio una imagen que también me hizo preguntarme por su
futuro, pese al cariño con que siempre le trató
un público que todavía recuerda sus buenas tardes
de antaño.
El más novato de la terna, César Girón, se
encontró con un manso de libro para abrir boca y con el
toro más potable del encierro para abrochar la tarde. Mostró
tranquilidad y cierto sentido del temple. No se afligió
ante las dificultades del rajado cárdeno y se quedó
para ligar las tandas en el bonancible castaño que cerró
corrida. Sólo en la tanda final le recriminaron no dejarle
la muleta en la cara para seguir ligando. Lo cierto es que el
toro duró poco y que la faena, siendo la única musicada,
no acabó de remontar. Está muy nuevo, sus formas
son toscas, y deberá pulirlas, y en cierto modo fue el
único que, a mi juicio, no devaluó su cartel. ¿Le
servirá de algo? He aquí la pregunta final.
Santi Ortiz
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