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16 ABRIL VIERNES

TOROS DE "EL VENTORRILLO"


JULIÁN LÓPEZ "EL JULI"
SEBASTIÁN CASTELLA
MIGEL ÁNGEL PERERA


Tarde de lluvia permanente en los seis toros, lleno casi total.
Toros del Ventorrillo muy bien presentados.

El Juli, una oreja y petición insistente de la segunda - con dos vueltas al ruedo.
Dos orejas en el segundo, salió por el Paseo de Colón.

Sebastián Castella, silencio y silencio
Miguel Ángel Perera, silencio y silencio

El Presidente Sr. Tejas intentó levantar el listón de la calidad - cosa que yo apruebo - con un Juli que es incuestionable. Bien pero mal.


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EL JULI, MANDA.

Crónica de Antonio Girol  Gente Torera   

 Llovió tanto que hubo tejas que hicieron goteras.

La tarde amenazaba suspensión. Estos cárdenos, los nublaos, sí imponían respeto por su seriedad y no los de ayer de Victorino. Arrancó el pasodoble Plaza de la Maestranza, del maestro David Vela y un variopinto mosaico de paraguas y chubasqueros aplaudieron el gesto de los espadas.

Se palpaba la ilusión. Sonó el clarinazo y la Ilusión, la verdadera, hizo acto de presencia en el albero, porque así se llamó el primer Ventorrillo. Toro de tafetán que en manos de un maestro como El Juli se convirtió en pura seda de Oriente, de la de Marco Polo y sus viajes a la corte del Gran Khan.

¡El Gran Julián! Ese sí que tiene una corte de adeptos que hoy han aumentado a legión. No se puede torear con más pureza y verdad a como hoy lo ha hecho El Juli en sus dos toros. Dos lidias distintas ante animales diametralmente opuestos en comportamiento. Demostración de que la cabeza de este fuera de serie es privilegiada en grado sumo.

A su primero le recibió con la pata p’alante, ganándole pasos en cada embestida, hasta terminar con Ilusión en la boca de riego. Verónicas mecidad, suaves como caricias. El quite ligando chicuelinas con cordobesinas desató la locura de paraguas y chubasqueros. Agarró la muleta Julián y tras brindar a  S.A.R. Doña Elena de Borbón, Infanta de España, heredera de la afición que le transmitiera su abuela doña María de las Mercedes, empezó el súmmum del arte cuando tiró del animal en los pases de tanteo para cambiarse la muleta de mano en un crujir de palmas encharcadas de gotas de lluvia.

Continuó toreando en el centro de la plaza con ese mando que ostenta en su muleta, más de media bamba arrastrando por el albero y los derechazos interminables, perfectos de ejecución y aún más de colocación. Ligando una serie con otra nada más que con girar, con precisión de bailarín de ballet, sus zapatillas. Y todo con una capacidad de marcar las pautas y los tempos que hicieron que la embestida de la res durase más de lo que se presumía. La muleta en la izquierda fue un perfecto escoplo con el que moldear una serie de naturales de ejecución milimétrica, largos, con la cintura rota…Todo ejecutado con una limpieza y tal hondura que los oles y los modernos biennnn brotaban solos en las gargantas.  Cuadró a su antagonista y dejó una estocada en toda la yema que hizo aflorar, mucho antes de que cayese el animal, un mar de pañuelos que venían a poner color uniforme en la paleta de colores que eran los tendidos y gradas.

Pero como la perfección dicen que no existe ahí estaba don Francisco Teja, que este año ha vuelto al palco, para hacerse notar. “¿Que no se ha enterado usted que he vuelto?, ¡hombre, por Dios!, pues aquí estoy, erigiéndome en protagonista absoluto”. Y la segunda oreja, cuando la plaza era un clamor, se la guardó para él. Y lo digo así porque luego no tuvo los santos…de no concederla en el cuarto, que ahí si hubiese sido más normal negarla.

Dos vueltas al ruedo y por que el torero decidió parar que si no aún está dando vueltas al redondel y la gente llamando de todo al inquilino del Palco.  

En el cuarto, volvió a deleitar con el capote de salida. En esta ocasión su enemigo era de distinta condición al anterior y el torero, en plan maestro, lo que es, lo entendió a la perfección. Unos primeros muletazos de tanteo para cogerle el ritmo y luego el látigo de su tela roja para adiestrar las embestidas y hacerlas largas, eternas…sin que los pitones fuesen capaces de tocar el paño. Faena de mucho mérito porque Julián hizo al toro, lo enseñó a querer coger los flecos de su muleta y lo llevó toreado tanto por la derecha como por el izquierdo, por donde el toro presentaba más problemas de inicio. Volvió a agarrar otra estocada de grupo escultórico. Pero el animal tardó en doblar y cuando lo hizo, el tercero Enrique Fernández, lo levantó con la puntilla. A pesar de la tardanza en caer a la arena los pañuelos volvieron a salir de los bolsillos y ahora sí, ahora el Sr. Teja, sí concedió las dos orejas. ¡Puerta del Príncipe! Quiero abrir un paréntesis para resaltar un hecho que me colmó al verlo, justo cuando iba a iniciarse la vuelta triunfal al ruedo, Enrique Fernández le dio una palmadita a su maestro. Este se volvió y le dio tal abrazo que consiguió que el bueno de Enrique se emocionase. Esto habla bien a las  claras de la grandeza de un hombre, un triunfador.

Castella y Perera han sorteado la veta mala de la ganadería. Lastima porque ambos venían con ganas de arrear. El francés topó de salida con un animal incierto que le arrolló en el inicio de faena de muleta. No estuvo cómodo con el toro en ningún momento y alargó en demasía una faena sin fundamento. El quinto se desplazaba bien pero al contacto con la jurisdicción del torero daba un cabezazo muy molesto. Aumentó el defecto al dejarse Sebastián tocar la pañosa en muchos lances, lo cual provocaba que el animal saliese rebrincado.

Perera ha sorteado dos toros totalmente distintos. Un noble primero, sin fuerzas, y un manso digno de banderillas negras, en sexto lugar. De este último nada podemos contar más que las carreras que ha hecho dar al torero tras él por toda la plaza. Y del  tercero que si le hubiesen durado más las fuerzas podría haber dejado al torero construir una de sus míticas faenas macizas.

 

Cuadrillas: Sensacional Curro Molina con los palos.