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19 ABRIL LUNES

TOROS DE JANDILLA-VEGAHERMOSA


JULIO APARICIO
MORANTE DE LA PUEBLA
CAYETANO


Tarde de sol, mucha presencia feminina y el primer "no hay billetes.
8 toros en total 6 de Jandilla y uno de Javier Molilna. Muy chicos y anovillados todos ellos.

Julio aparicio, silencio y silencio
Morante, silencio y petición de oreja
Cayetano, saludos y saludos


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MORANTE, VALOR Y SOBRE TODO ARTE.

Crónica de Antonio Girol,    www.gentetorera.es

La de hoy era una de esas tardes marcadas en el calendario de los amantes del toreo de arte. Tres toreros, cada uno en su estilo, pero los tres cortados por el patrón del toreo de pellizco y los toros de Jandilla - Vegahermosa para refrendar la apuesta decidida por el toreo de sentimiento.

El primero fue sin duda el toro de la tarde. Bien hecho, armónico, musculado,  un verdadero toro de Sevilla, que correspondió en suerte a Julio Aparicio. Y Julito se estiró con el percal a pesar de que el animal le apretaba por el ímpetu que ponía al embestir. Buena pelea en vara y mejor aún el galope que desarrolló el de Jandilla en banderillas, poniendo en aprietos a Ángel Otero, que el subalterno supo solventar con creces en dos pares de bella factura y ejecución que le valieron para desmonterarse.

El run run de la plaza era especial, había toro y a Julio se le espera en esta Plaza desde una matinal de hace ya muchos años…y se le seguirá esperando porque el toro pudo con el torero. Ni una sola vez le contabilicé que se cruzase al pitón contrario. Toda la faena la llevó a cabo perfilado al hilo del pitón, con la muleta retrasada, sin darle sitio a un animal que pedía a gritos distancia. Del conjunto de pases que recetó sólo me quedo con algunos remates dados con esa gracia y pinturería que caracterizó siempre al hijo de Malena.

En cuarto lugar saltó un burraquito muy templado y de embestida noble. Julio no acabó de verlo y le interpretó una faena sin alma ni espíritu, basada en muchos pases pero que no dejaron marca alguna para el recuerdo. Silencio en ambos. Y lo que es peor, una nueva Feria de Abril en su esportón sin triunfo ni faena de relumbrón.

Siempre nos quedará la duda de cómo habría sido el segundo Jandilla de la tarde en manos de Morante. Un toro colorao que de salida se empotró con las tablas y en el siguiente derrote con el burladero se partió el pitón derecho por la cepa. Insisto en lo que dije el otro día, hay una costumbre horrenda de ciertos subalternos de buscar el choque constante de las reses en las tablas y burladeros, eso habla muy mal de ellos como profesionales y aún más como aficionados. Se topó con un sobrero del mismo hierro, feo, estrecho,  sin fondo de bravura y sin fondo de fuelle, que se paró muy pronto y ante el que el de La Puebla estuvo más que correcto.

Lo bueno vendría en el quinto, que fue bis, y era del hierro de Javier Molina, porque el titular fue devuelto y aún me estoy preguntando qué movió al Sr. Salguero Villadiego y a sus asesores, el veterinario Pedregosa y al fotógrafo cofrade Martín Cartaya, en labores artísticas, a echar el toro al corral.  Igual desde las alturas ven cosas que no alcanzamos ni a imaginar por aquí abajo… ¡Quién sabe!

El caso es que salió un sobrero, el segundo de la tarde y los dos para Morante, eso es lo que se llama tener una jartá de suerte, y el animal no acabó de entregarse en el capote, olisqueando de continuo el albero, pegando regates y frenazos. Lo lidiaron de pena y de esta guisa llegó a la muleta de Morante. Y entonces prendió la mecha del toreo, se encendió la lucerna del arte. José Antonio, tras unas primeras tandas de tanteo,  le propinó una serie con la derecha, mandando y sometiendo que hizo claudicar a un animal que hasta entonces no había querido dar su brazo a torcer. Tras ese punto de inflexión, el toro fue otro porque las sabias muñecas de Morante supieron domeñarlo a base de tragar tela con él. Firme. Valiente en grado sumo. La muleta, sin vacilaciones, puesta en el hocico. Y así serie a serie llegamos a la cuarta que fue de apoteosis por su limpieza a pesar de las tarascadas que tiraba el animal. Serie dada con el corazón pero envuelta con el celofán del arte, porque quién ha dicho que el arrojo está reñido con el arte. Series de puño de hierro con guante de seda que calaron, o eso creía al verlo, en los tendidos y gradas altas. A base de torear, y de torear de verdad, sin alharacas, con decisión y arte a raudales consiguió quitarle todas las manías que traía de serie el del hierro de la Mercedes.  Luego sobrevino el pinchazo hondo bien agarrado arriba y el descabello. Un sector importante de la plaza le pidió la oreja con fuerza. Otro, que suponemos se la agarra con papel de fumar, prefirió guardar el pañuelo para limpiarse, luego en casa, sus remilgos. Y el Presidente “becario” como no había tenido suficiente con la devolución siguió a los suyo: hacerse notar. Morante, con buen criterio, mandó a todos a la porra y declinó dar la vuelta al ruedo.

Los dos más chicos le han correspondido a Cayetano. Debutaba el menor de los Rivera Ordóñez en Sevilla, como matador de toros. Y ha dejado buen sabor de boca, sobre todo con el capote en el sexto. Ante ese toro se abrió de capa, rodilla genuflexa, en una foto evocadora de su abuelo Antonio Ordóñez, inmortalizado para el recuerdo por el gran Arjona. Luego efectuó el quite más artístico de los que hasta la fecha se han llevado a cabo con unas graciosas cordobinas rematadas con una larga cordobesa incompleta por desarme. Con la muleta empezó la faena con un cambio de manos de gran torería. Las zapatillas plantadas en la arena, enfrontilado, sacó series con la derecha de buen trazo que no tuvieron suficiente eco en el tendido por la ñoñería del toro. Al tercero, el más terciado de la corrida, tampoco le pudo hacer más que una faena aseada. Lo mejor de la tarde, sin dudas, los dos volapiés que recetó, a buen seguro que optarán a premio.