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Fuera de Abono
 


12 ABRIL LUNES

TOROS DEL EXCMO CONDE
DE LA MAZA


DIEGO URDIALES
OLIVA SOTO
ANTONIO NAZARÉ


Tarde nubosa, 2/3 de entrada.
Toros de Conde de la Maza, de muy buena presencia pero mansos y peligrosos. No encastados sino con genio maligno. Se libró un tanto el 5º que fue aplaudido.

Diego Urdiales, silencio y vuelta
Oliva Soto, oreja y vuelta
Antonio Nazaré, silencio y silencio


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OLIVAS CON HUESO

Crónica de Antonio Girol  

Qué importantes son para el aficionado tardes como la vivida hoy en La Maestranza. Por muchos motivos, pero sobre todo porque ha sido una de esas ocasiones en que los matices tintan con su color todos los rincones del Coso del Baratillo. Había poco público y muchos aficionados, algo de lo que congratularse. Para el veguero, el clavel reventón, las gafas negras de concha de tortuga, el móvil 3G de última generación sonando sin parar, los saludos tan ostentosos como los oros de los antebrazos aun faltan varios AVES

Y son tan importantes estas tardes porque en ellas se ven toros con complicaciones, de los que exigen el carnet y en frente, TOREROS.

Duros, inciertos, con problemas, mansos con sentido, largos, medidores, ásperos como membrillos verdes y un sinfín más de adjetivos por el estilo han sido los Condesos de don Leopoldo, que a excepción del quinto por bonancible, premiado con ovación al arrastre, han puesto en todo momento en peligro a quienes los lidiaban y, a su vez, han hecho que todo cuanto se hacía delante de sus caras cobrase importancia.

Diego Urdiales hacía su primer paseíllo en ruedo maestrante después de once años de alternativa y muchas corridas similares a las de hoy cargadas a sus espaldas. Vestido de verde botella y oro recibió de capote a Carboneroso, número 4, de 535 kg de peso. Pronto se vio que el toro del debut no era ningún regalo, más bien todo lo contrario. Orientado, pasando sin acabar de pasar en la muleta, perfectamente orientado de dónde estaba el torero y esperándole con toda las malas intenciones del mundo. El arnedano, tan gran torero como excelente lidiador le anduvo por la cara con pundonor y torería mientras esquivaba gañafones y consiguió que acabara tragándose los pases que ordenaba desde su muleta.

Dolía en carne propia que el cuarto fuese a ser más de lo mismo y el paso por Sevilla de Diego Urdiales se fuese a quedar en algo similar a lo vivido en su primero. Saltó el cuarto, tan alto como sus hermanos y con menos cuello que un búcaro, y la capacidad y el temple del riojano afluyeron en la plaza. Se echó la pañosa a la izquierda, después de que estuviese a punto de quedarse tuerto por el pitonazo que le diese el del Conde al intentar torearle con la diestra,  y cruzándose al pitón contrario, uno a uno, como requería la lidia del animal,  marcando la distancia justa, arrancó los naturales más puros de toda la tarde y que llegaron al público, no así a la Banda que permaneció muda e impasible a lo que pasaba en la Plaza. Pinchó y por eso dio una vuelta al ruedo de las que valen como una oreja.

Curiosa la marejada de sensaciones que ha debido vivir esta tarde Alfonso Oliva Soto (nazareno y oro)  en su interior. Lidiar un encierro de la divisa que siega la vida de tu tío en el mismo escenario. Soportar una voltereta de espanto al ejecutar una chicuelin. Cortar una oreja en tu primero y armar un revuelo en el quinto…que se queda en nada por pinchar repetidas veces. Todo eso en dos horas y poco. ¡Ufff! Pero así de especial es el toreo. En su primero, de salida, ya dejó muestras de las ganas con que venía, lanceó saliéndose al centro del ruedo, y como he comentado sufrió en un quite una voltereta sin más consecuencias que la paliza de rigor. Con la muleta supo entender perfectamente la tendencia del animal a salirse suelto y le llevó muy tapado dando dos series muy importantes con la derecha, componiendo la figura y dejándose gustar. A este toro le cortó una oreja pedida con mucha fuerza por su gente, a pesar del pinchazo inicial.

Pero es el quinto en el que destapó ese tarro que dejase entrever muchas tardes en su época de novillero. De salida recibió a su oponente a la verónica con son y cadencia. Y con la muleta arrancó rodilla en tierra, sometiendo y enseñando a embestir por el buen pitón derecho al mejor toro de la tarde. Tres tandas al ritmo del toro, con la suavidad que imprime el toreo arrebujado y de pellizco hicieron saltar de sus asientos a los incondicionales del torero, y a los otros cantarle el toreo grande a base de oles. Por el izquierdo no era lo mismo, por eso Alfonso con buen criterio volvió a la derecha y siguió toreando con gusto y con mucho arte. El drama vino con la espada. Justo cuando media plaza, la que ocupaba asiento porque el cemento no tiene sentimientos, apretaba las manos a la espera de la estocada sobrevino el pinchazo, y luego otro, y otro…y con ellos los sueños de puertas abiertas se fueron cerrando. Una lástima.

Cerraba cartel otro joven espada sevillano. En este caso de Dos Hermanas. Antonio Nazaré, vestido de rioja y oro. Al que le ha correspondido el lote más soso y mansurrón de la tarde. Su primero, de nombre Caimán, les aseguro que si hubiese salido verde y con escamas el nombre le habría hecho justicia, tenía maldad a espuertas. Lo recibió de capote saliéndose con él hasta la boca de riego. La cara por las nubes, oteando el horizonte, más pendiente del reloj de la plaza que de la muleta de Nazaré, bastante era hacerle pasar para encima conseguir que aquello tomase cuerpo de faena.

El salinero que hacía sexto fue la prueba palpable de la mansedumbre en toda su extensión. Sin el picante de sus hermanos, pasaba sin más como podría haber pasado una bicicleta y ante toros así es muy difícil torear y encima conectar con la grada. Una serie con la derecha por aquí, otra con la izquierda por allí, y al final nada más que el arrimón sin premio.

Cuadrillas: Saludaron tras colocar banderillas, Víctor Hugo Saugar en el cuarto y, Andana y Reyes en el quinto.