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Fuera de Abono
 


20 ABRIL MARTES

TOROS DE "TORREALTA"


JULIÁN LÓPEZ "EL JULI"
JOSE MARÍA MANZANARES
DANIEL LUQUE


Tarde de sol y calor, lleno de "no hay billetes".
Toros de Torrealta (encaste J.P. Domecq) bien presentados, todos mansos y descastados pero toreables la mayoría. El tercio de varas bajo mínimos.

El Juli, ovación y dos orejas
Manzanares, oreja y oreja
Dani Luque, silencio y silencio

Bien el Presidente Sr. Teja de no concederle vuelta al cuarto toro. Un toro que El Juli tuvo que coser a la muleta para que no se fuera y mal al conceder, no las dos orejas, sino demasiado de prisa.



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INCIDENCIAS

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ZURZIDOR, EL JULI Y MANZANARES.

Crónica de Antonio Girol, www.gentetorera.es

La plaza le esperaba y le recibió con una ovación cerrada que él, siempre tímido, prudente al máximo, recogió en el tercio, tras invitar a sus dos compañeros de cartel. El ambiente de la plaza era el de las grandes tardes, ese que fluye en el aire con aroma a gesta. Y ocurrió. Fue en el cuarto Torrealta, Zurzidor, un animal hondo, acucharado de cuerna, bajo de manos, que no hizo nada más allá de lo normal en el primer tercio, pero que en banderillas se vino arriba, galopó y metió la cabeza de forma maravillosa en los vuelos de Ángel Otero, que le bregó perfectamente.  Y El Juli, desde el tercio, con esa inteligencia innata que le acompaña, percibió ese aroma de gesta y triunfo y se fue al centro del ruedo para brindar, en agradecimiento de la expectación que su anuncio había deparado en los aficionados que atestaban tendidos y gradas.  Y acto seguido empezó lo bueno. El toro se comía literalmente la muleta de un Julián que la arrastraba por el albero, sometiendo y mandando. El toro que era un tejón de bravo galopaba y se venía arriba en cada nueva tanda de un torero, que en plan maestro, le plantaba batalla tirando de él y llevándole cosido en la pañosa con el mérito añadido de no dejar que le tocase la tela, a pesar de la velocidad con que venía e iba en cada cite. Se cambió Julián de mano, y lo que antes había sido perfecto ahora se transformó en cumbre. Las series de naturales surgieron perfectas,  largas, con cadencia y ritmo. Y el toro no se cansaba de embestir y El Juli no se cansaba de torear, y la gente no se cansaba de gritar ole en los tendidos y de frotarse los ojos ante el gran espectáculo que estaban contemplando en el centro del ruedo. Ese espectáculo en que un animal bravo, tremendamente bravo, se encontraba con una figura del toreo en toda la extensión de la palabra y ambos, toro y torero, bailaban la danza de la vida contra la muerte.

Tras más de cincuenta pases arrastrando más de media muleta por el albero el animal hizo un amago de irse a tablas. Justo en el momento en que comenzaban el runrún del indulto en los tendidos. Julián lo cuadró y como no podía ser de otra manera acabó con la vida de su oponente como este merecía, de frente y enterrando el acero hasta la empuñadura. Y luego vinieron las dos orejas, pero sobre todo vino la incompetencia de un Palco que no vio oportuno premiar a Zurzidor como merecía, con una vuelta póstuma al ruedo de La Maestranza.  La vuelta que merecen los grandes, sean toreros o toros.

En su primero, Julián, había estado correcto ante un animal que no transmitió nada.

Manzanares, que sonreía feliz viendo a su amigo Julián dar la vuelta al ruedo, se quiso sumar a la fiesta. Está José Mari en un momento fantástico, sublime. En primer lugar sorteó un Torrealta que no acabó de entregarse y al que José Mari tardó dos series en cogerle el aire pero a la tercera lo tenía en el bote, y una vez más la cintura encajada, los riñones metidos, esa manera tan suya de acompañar las embestidas con todo el cuerpo, los cambios de mano de máxima belleza…todo reunido en una faena que fue ganado enteros y que terminó con una media que valió una oreja. Pero fue en el quinto en el que Manzanares dijo aquí estoy yo. No quiso irse de la Plaza sin dar una lección de pundonor y amor propio. El toro que había tenido un comportamiento propio de manso, rehuyendo la pelea, reservón, encontró en Manzanares una disposición que terminó por meterle en el canasto. José Mari, embragado, comenzó a tirar del animal hasta conseguir pases, de una largura  inimaginable, tragando paquete ante los parones del quinto Torrealta de la tarde.  Esta vez sí mató con la contundencia habitual en él y que hasta ahora no habíamos visto en la Feria, y una nueva oreja fue a parar a su esportón.

Cerraba terna Daniel Luque, que se va como convidado de piedra. Daniel ha diseñado esta temporada como la de su escalada a la cima del toreo y se le están pasando las citas más importantes sin puntuar. Luego seguro que vienen tardes de bullicio en plazas de segunda pero la Champions del toreo se juega en estas citas donde no está marcando goles. Está bien ser ambicioso, pero no soberbio. 

Su primero es verdad que no tuvo mucha raza pero al menos tuvo bondad, algo que no tenía el quinto y ya ven la que le lío  Manzanares. Se vio a un Luque desangelado, casi abúlico, que no apretó en ningún momento el acelerador. Quedaba el sexto, y se esperaba que el amor propio del que quiere ser máxima figura y mandó del toreo saldría a relucir tras los dos espuelazos que habían dado El Juli y Manzanares. Sin embargo, y a pesar de la bondad rayando la sosería del animal, no salió la tan cacareada raza del de Gerena. Sólo al final de una interminable faena, cuando acortó los terrenos, hubo un atisbo que murió con los últimos rayos de sol de la tarde. Silencio en ambos